domingo, 13 de junio de 2010
LOS GRANDES ENIGMAS DEL CIELO Y DE LA TIERRA
Hoy publico un nuevo extracto de este libro.
Sus autores son Alejandro Vignati y Andreas Faber Kaiser.
El ejemplar que poseo lo compré en un puesto de libros usados en alguna plaza de Buenos Aires.
Fue publicado por editorial A.T.E. de Barcelona, y la edición es de 1973.
El capitulo que transcribo a continuación es el numero cuatro.
En este artículo, que fue el primero que publiqué en el Blog, podrán encontrar la reseña biográfica de los autores:
http://signosenelcielo.blogspot.com/2008/11/medusas-del-espacio.html
LO INSOLITO QUE BAJA DEL CIELO
El cielo parece vacío. Pero no nos engañemos. Desde que existen registros se han documentado miles de hechos inexplicables: lluvias rojas o azules, masas gelatinosas, peces congelados, sangre clara, bloques de hielo, sustancias con hedor animal…eso y mucho mas se precipita desde lo alto. ¿Cuál es el enigma? ¿De donde provienen?
Por ejemplo, ¿Qué pasó aquella noche del 7 de febrero de 1855 en la comarca inglesa de Devonshire? Algo extraño, misterioso, caminó más de 160 kilómetros sobre la nieve. ¿Qué ser dejó impresa una extraña marca en forma de U?
Todo eso existió y alguien se encargó de relatar lo ocurrido.
Si. Las huellas del diablo aparecieron al amanecer.
ALGO CAMINÓ SOBRE LA NIEVE
Sucedió durante la noche del 7 de febrero de 1855, en la comarca inglesa de los alrededores de Devonshire. Allí estuvo un extraño visitante. Alguien o algo que tuvo que ver con los insólitos animales descubiertos cien años más tarde en las playas de Canvey Island, estuvo de visita en ese lugar. Pero veamos qué sucedió ese día que los habitantes de la región no pudieron nunca olvidar.
La historia fue escrita con pequeñas huellas impresas sobre la blanda sabana de nieve que cubrió la campiña la noche del 7 de febrero, alrededor de las once de la noche. En algún momento, entre el fin de la nevada y el alba del día siguiente, Devonshire había hospedado a un visitante misterioso, algo que había corrido o saltado sobre setos y campos, sobre muros y techos, dejando una línea continua de miles de huellas que marcaron su paso.
¿Quién era ese ser que podía trepar tan ágilmente sobre las paredes y los tejados mientras dormían los habitantes?
¿De donde vino y hacia donde fue?
Su procedencia permanece en el misterio, pero el rumbo hacia donde fue quedo inscrito en la nieve: desde Topsham y Bicton al norte, hasta Dawles y Totnes al sur.
O sea una distancia de más de cien millas.
El primero en descubrir los rastros parece haber sido un panadero de Topsham. Encontró las extrañas huellas que llegaban hasta la puerta del pequeño comercio.
Pocos pasos antes de la puerta, el rastro giraba repentinamente, hacia la derecha, dirigiéndose hacia una pared de ladrillos, de cinco pies de altura. El panadero, intrigado, pudo observar que las mismas huellas continuaban sobre la blanda superficie de la nieve que cubría la parte superior de la pared.
Lo singular del descubrimiento no alarmó al panadero, pero si a los demás miembros de esa comunidad.
Hacia el atardecer, toda la región estaba en armas, porque eran muchos los vecinos que atribuían esas huellas al mismo diablo. Pequeñas huellas, como de pezuña, distantes unas de otras exactamente ocho pulgadas, desde Exmouth a través de los campos helados y tejados, hasta la bahía próxima a Powederham Castle, para reaparecer al otro lado de la bahía y continuar hasta Totnes, varias millas al sur.
¿Qué explicación podía darse a esas huellas sobre la nieve?
En primer término tenemos que revisar qué hay que explicar: una línea clara y excepcionalmente definida, de marcas espaciadas, halladas en las techumbres de las casas, muros y jardines cerrados, a los dos lados de un estuario de tres kilómetros de ancho y en lugares distantes 30 kilómetros entre si, y los cuales, calculando su recorrido total, alcanzaban unos 160 kilómetros.
Toda suerte de animales fueron invocados como autores de las marcas diabólicas: cisnes, grullas, avutardas, nutrias, ratas, liebres y tejones. No es necesario insistir que ninguna de tales criaturas aportó solución plausible.
Los pájaros no dejan marcas de cascos, ni huellas que remueven la nieve tan claramente como “impresas por un hierro al rojo”. Si se escogía un mamífero como autor de las huellas, ¿Cómo explicar estas a través de los techos de las casas y en el remate de los altos muros, todas en una sola línea y exactamente espaciadas?
Hay un simple argumento contra todas las explicaciones de que las huellas fueron dejadas por animales comunes o por aves. Las marcas dejadas por animales comunes o por aves. Las marcas dejadas por estos especimenes, eran perfectamente conocidas de los habitantes de Devan, y si aquéllas hubiesen sido en algo parecidas a las de esos animales, nadie habría dudado ni un instante sobre su procedencia.
El London Times y otros diarios dedicaron buena parte de sus columnas a informar acerca del raro suceso de la huella de Devonshire. ¿Los “monstruos” extraídos de las costas de Canvey Island, en 1953 y 1954, podrían ofrecer una clave? ¿Es posible que esos “monstruos” tuvieran relación con el misterio de las huellas de Devonshire de cien años antes Veamos que ocurrió.
LO GROTESCO EN LA ARENA
Frank Edwards, investigador americano hasta cierto punto discípulo del increíbles Charles Fort (de quien hablaremos mas adelante), relacionó el asunto de las “huellas del diablo” con la aparición, en la década del 50, de seres grotescos en la región de Canvey Island.
De acuerdo con Edwads, los sucesos pueden establecerse, cronológicamente, de la siguiente manera:
Los vecinos de Canvey Island nunca habían visto nada semejante.
Sacaron al “animal” de las aguas poco profundas de la playa, lo cubrieron de algas y corrieron en busca de las autoridades.
Las autoridades, a su vez, también solicitaron ayuda, y el gobierno británico encomendó el asunto a dos zoólogos competentes. Estos observaron detenidamente al “animal”, lo fotografiaron y terminaron declarando que no se parecía a nada que hubiesen visto antes.
Tenia la apariencia de un animal marino, pero también extremidades superiores e inferiores, dispuestas de tal manera que, si quería, podía caminar.
En posición vertical alcanzaba unos dos pies de alto.
Su piel era gruesa y rojiza, la cabeza pulposa y los ojos saltones.
Los investigadores tomaron medidas, fotografiaron y se fueron. Dieron el asunto por terminado. Se fueron sin decir nada.
Si esos señores creían-afirma Edwards- que con tan simple procedimiento podían dar por definitivamente terminado el enigma de Cavey Island, no contaban con los hechos. Porque el caso no terminó allí…
El 11 de agosto de 1954, el reverendo Joseph Oversa caminaba por la playa de Canvey Island, a un par de millas del lugar donde había aparecido el extraño animal, cuando el también descubrió un grotesco esqueleto que flotaba en una charca dejada por la alta marea. El buen hombre lo observó un instante e hizo llamar a la policía por un muchacho de su parroquia. Los gendarmes sacaron el esqueleto del agua y volvieron a llamar a los expertos.
Ya dijimos que el anterior animal media unos dos pies (dos pies y medio según algunas versiones). Este otro alcanzaba unos cuatro pies, pesaba unas veinticinco libras y se hallaba en buenas condiciones para ser examinado.
El informe que los perplejos científicos elevaron al gobierno británico establecía que el animal tenia dos grandes ojos, orificios nasales y una enorme boca con dientes fuertes y afilados.
También poseía branquias, pero en lugar de estar recubiertas por escamas, lo estaban por una piel rosada que, según dijeron los investigadores, era tan dura como la piel de un cerdo.
Quizás lo más curioso de todo era que este animal, lo mismo que el de la vez anterior, tenia dos piernas cortas con pies perfectos, terminados en cinco pequeños dedos dispuestos en forma de U, y un arco cóncavo.
Se ignora si la ciencia fue capaz de identificar alguna vez estos monstruos, porque el informe presentado nunca se conoció.
¿Es posible que estos animales, llegados de alguna parte, tuvieran relación con las huellas del diablo? O, más bien, ¿complican aun más el misterio? ¿En que archivo yacerá olvidado el dossier de este enigma sin explicación?