martes, 25 de octubre de 2011

OVNIS. Alto Secreto

Hola Amigos :

Hoy quiero presentarles un gran libro sobre la temática OVNI.

Se trata de OVNIS ALTO SECRETO, encuentros cercanos con seres de otros mundos.

Su autor, Marcelino Requejo, nos regala en este volumen con una serie de investigaciones de campo, documentadas de manera exhaustiva, y relatadas con un estilo ameno y agradable.

J.J. Benítez, en el prólogo, escribe lo siguiente:

“…Marcelino, como digo, además de excelente y esforzado investigador, escribe como un profesional, con soltura y con la transparencia del que sabe y del que se ha tomado la molestia de buscar y de indagar. He disfrutado con su estilo directo y con su fino humor; no podría ser de otra manera. Y he aprendido. Sus conclusiones me han dejado con la boca abierta y, lo que es más interesante, pensativo. ¿Y si tuviera razón?...”

La primera edición de este interesantísimo estudio fue publicada en España en 2009, por Ediciones Cydonia : http://www.edicionescydonia.com/ovnis/ovnis.html



Marcelino Requejo estudió Ciencias Químicas, aunque en la actualidad es funcionario del Ministerio de Justicia. Lleva décadas investigando el enigma OVNI y es el responsable de que salieran a la luz algunos de los casos más importantes de los últimos tiempos. Concienzudo y meticuloso, siempre viaja al lugar de los hechos para entrevistar en persona a los testigos. Habitualmente interviene como invitado en programas radiofónicos como “Espacio en Blanco” (RNE), “La Rosa de los Vientos” (Onda Cero) o “Milenio3” (Cadena SER). Es colaborador de “Milenio” (Radio Galega) y de las revistas “Año/Cero” y “Enigmas.

http://marcelinorequejo.blogspot.com/

Signos en el Cielo publica hoy la introducción de Ovnis Alto Secreto.

Mas adelante pondré en línea una síntesis del ultimo capitulo, donde se destacan las conclusiones de este trabajo, por su audacia y creatividad, tal como lo expresara J. J. Benítez en el prólogo.





La vida en otros planetas es igual que la religión, cuestión de fe; puede uno creer en ello o no. Debe haber miles y miles de planetas donde la vida puede haberse desarrollado análoga o diferente a la nuestra. En eso creo.

Severo Ochoa, Premio Nobel de Fisiología y Medicina



Introducción



EL DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA de la Lengua, define el término “testigo» como “la persona que presencia o adquiere conocimiento directo de una cosa”; es lo que llamamos “testigo presencial”.

Ciertamente la definición es muy acertada y sirve para todo tipo de testigos, incluidos los que figuran en este trabajo, pues no dejan de ser ciudadanos que “presenciaron o adquirieron conocimiento directo de una cosa”: un avistamiento OVNI. Y si estas personas han decidido dar el paso de “desclasificar” sus experiencias es por una razón muy sencilla de comprender: son los únicos autorizados para hacerlo; porque, a fin de cuentas, los testigos presenciales son los mejores expertos sobre objetos voladores no identificados. Nos guste o no, la investigación del fenómeno OVNI se supedita a la existencia de testigos.
Si no hay testimonios, no hay nada que investigar. Por ello, en mi opinión, a lo máximo que debe aspirar el investigador es a convertirse en “experto en escuchar a los testigos”, lo cual no es poco.

Cualquier desclasificación de sucesos OVNI que se lleve a cabo sin el asesoramiento, supervisión y beneplácito expreso de los testigos presenciales del fenómeno que se pretende analizar, sólo puede obedecer a razones de tipo crematístico o de distorsión del fenómeno, o ambas cosas a la vez.

Así pues, para poder profundizar en el estudio de la casuística OVNI, debemos empezar por respetar y analizar, punto por punto y coma por coma, todas y cada una de las frases que salen de la boca del testigo. Y digo esto porque los detractores del fenómeno OVNI suelen agarrarse a cualquier palabra para tratar de desmontar su relato, desestimando y pasando por alto otros aspectos que si se tuviesen en cuenta ya no permitirían ni tan siquiera intentar buscar una explicación racional a lo sucedido.

A veces, el afán por querer convencer al propio testigo de que está equivocado, que no vio lo que dice que vio, ha llevado a ciertos “investigadores” a presionarlo de una forma soez, avivando con ello ciertas dudas acerca de las verdaderas intenciones de ese supuesto “investigador”. Ha de admitirse que cualquiera está en su derecho de transmitir al público en general la idea que los OVNIs no existen, pero cosa muy distinta es intentar convencer de ello a la persona que afirma haberlos visto. ¡A ver quién es el guapo que se acerca a un ciudadano para decirle que el objeto volador que se abalanzó sobre su coche y puso en peligro su vida y la de su familia, era el planeta Venus! El testigo le responderá, sin duda, aludiendo a alguna parte de la anatomía de su interlocutor y, por ende, la contestación nos la podemos imaginar…

Recuerdo un desgraciado incidente de este tipo acaecido en 1996 en las cercanías de Sarria (Lugo). El 14 de junio, alrededor de las doce de la noche, una vecina de Puebla de San Julián, Mari Luz Fernández, pudo seguir durante unos segundos, desde una ventana de la segunda planta de su vivienda, el vuelo silencioso de una extraña esfera luminosa que dejaba tras de sí una cola multicolor. Según la testigo, el OVNI llevaba una altitud de unos 100 metros sobre el suelo y “…desapareció justo ahí, cuando pasaba por encima del colegio. Pensé que iba a estrellarse contra el tejado…”

Un par de semanas después, la testigo fue visitada por un “científico”, experto en Astronomía, que acudía al lugar con el fin de obtener datos acerca de este avistamiento. Mari Luz volvió a relatar pacientemente su observación. Tras tratar de convencer a la testigo de que lo avistado no había sido otra cosa que un simple y rutinario meteorito, el “científico” le preguntó por enésima vez acerca de la altitud a la que volaba el objeto.
Ella respondió de nuevo de forma contundente:

-¿Ve esos cables de la luz? pues algunos metros más arriba por encima de ellos…

Visiblemente enojado, el astrónomo replicó:

-¡Señora, está usted loca! ¡Eso es imposible. Le repito que eso era un meteorito y estaba a más de 40 kilómetros de altura!

La lógica reacción de Mari Luz no se hizo esperar, invitando al “honoris causa” a abandonar inmediatamente su propiedad e informándole, al mismo tiempo, de lo afortunado que había sido al ofenderla justo cuando su hijo se encontraba ausente.

A veces el afán por colaborar en el desprestigio del fenómeno, lleva al frenesí y alguno hasta pierde los papeles, como acabamos de ver. Comprendo que el buen hombre tuviese órdenes estrictas de elaborar, como de costumbre, un informe “antiovni” y “prometeorito”, pero eso no le daba derecho a insultar descaradamente a una testigo simplemente porque el relato de la misma no se ceñía a sus pretensiones.

Hechos como éste son más habituales de que lo que uno imagina y vienen a poner de manifiesto que existe una clara tendencia a manipular las informaciones de los testigos con el fin de anular y ridiculizar cualquier tipo de avistamiento. A nadie se le escapa que estos comportamientos no surgen del carácter noble, espontáneo, desinteresado y pasional del propio “científico antiovni”, que de buena fe intenta sacar al testigo de un error de apreciación. Es obvio que hay algo más en juego; nadie recorre 200 kilómetros para terminar insultando a un testigo OVNI que le lleva la contraria… Porque, pensándolo fríamente, ¿a quién se pretende engañar con estas “lecciones didácticas gratuitas” a domicilio?

Prácticamente todos los gobiernos del mundo, al tiempo que pregonan a los cuatro vientos que los OVNIs no existen, mantienen el tema bajo el más absoluto secreto militar. Esta ingenua contradicción no hace sino echar leña al fuego alimentando aún más la sospecha de que se está ocultando información realmente importante a la opinión pública mundial.
Una de las mayores ofensas que se le puede hacer a cualquier individuo es tomarlo por “pardillo”, por eso creo que “alguien” se está equivocando muy mucho a la hora de enfocar este problema, pues hoy en día, con más de un 50% de la población convencida de que se oculta información sobre el tema OVNI, carecen ya de sentido las viejas consignas de ocultar,
“explicar”, ridiculizar y tomar por imbéciles a los ciudadanos y a los testigos de los avistamientos. En realidad, los únicos “pardillos” que existen actualmente son aquellos gobiernos que siguen las directrices marcadas por los servicios secretos de ciertas potencias.

Porque, a fin de cuentas, ¿qué podría suceder si los gobiernos reconociesen la existencia real de visitantes de otros mundos en nuestro Planeta? Bruce S. Maccabee, profesor de laUniversidad Americana en Washington, físico de la Marina de Estados Unidos y consultorde National Geographic Society, respondía así a esta misma cuestión:

¿Qué puede suceder si los humanoides pasan del mito a la realidad? ¿Se estremecerá el mundo ante tan tremenda revelación?
¿Se derrumbará la bolsa, los fieles atiborrarán las iglesias y se desmoronarían los sistemas políticos? ¿Degenerarán los regímenes democráticos en totalitarios? ¿Unirá esta singular emergencia a la población del globo? ¿Se desencadenará la anarquía? ¿O no ocurrirá nada de esto y el cuerpo social se mantendrá como siempre, salvo con un cambio drástico en la concepción de nuestro lugar en el Cosmos? ¿Es demasiado dramático este conocimiento secreto como para que pueda ser absorbido por la humanidad? ¿Nos está protegiendo el gobierno, el Gran Hermano orweliano, de los invasores o más bien de nosotros mismos?


Las respuestas a estos enigmas son de inmensa importancia, y de ellas depende el destino del género humano, ya que afectan a los fundamentos esenciales de la civilización, en los motivos del no contacto.
Posiblemente tenga razón, y sea el miedo a la reacción humana y a la desestabilización del sistema la causa de tanto secretismo. Si embargo, después de tantos años de “mentalización encubierta” de la población, creo que hoy en día a nadie le causaría gran impresión el hecho de que cualquier gobierno reconociese la existencia de otras civilizaciones más avanzadas y confirmase la presencia de sus naves en la Tierra. Esta obra no tiene otro objetivo que mostrar al público, de una manera llana y sencilla, algunos sucesos OVNI en los que se vieron envueltos ciudadanos de a pie, que nada tienen de “pardillos” y que, muy a su pesar, se convirtieron de la noche a la mañana en sujetos pasivos de este inquietante e impenetrable fenómeno. La práctica totalidad de los mismos ha preferido mantenerse en el anonimato y es por ello que sus nombres reales han sido cambiados con el fin de que prevalezca su voluntad; sin embargo, los relatos, las fechas y los lugares se corresponden exactamente con aquellos de los avistamientos.

Así pues, lo que se recopila en este trabajo son manifestaciones de personas que “adquirieron conocimiento” de un avistamiento OVNI. Simplemente eso, sus relatos, sin más… Que su historia sea o no de nuestro agrado, eso ya es harina de otro costal. Los testigos se limitan a narrar su experiencia y el lector está en su pleno derecho de creerlo o no, sacando las conclusiones y aportando las críticas que le parezcan más oportunas.
No me cabe la menor duda de que muchos lectores se sentirán identificados con alguna de las experiencias que se exponen en esta obra pues, tal vez, hayan vivido una situación semejante que, por miedo al ridículo o al qué dirán, jamás se han atrevido a exponer abiertamente.

El enigma sigue estando ahí, aunque desde ciertos estamentos se mire para otro lado, al tiempo que se clasifica y se oculta información de forma sistemática. “Algo” desconocido se desplaza por nuestros cielos y, en ocasiones, aterriza en nuestros campos. La postura oficial en cualquier país es ocultarlo, pero el fenómeno, sea cual fuere su origen, sigue manifestándose…

Como diría ese gran genio del humor que fue y es Mario Moreno “Cantinflas”, “cuando el tecolote canta, el indio muere. No será verdad, pero sucede”.